Alicia cree en las maravillas
La única delegada a la Asamblea Provincial en activo, fundadora de los Órganos de Gobierno en el país, desempolva vivencias, logros y retos acumulados desde que Sancti Spíritus surgió como provincia En la mañana del 21 de julio de 1974, cuando en Matanzas, a modo de ensayo, quedaba constituida la primera Asamblea Provincial del Poder Popular en Cuba, los pensamientos de aquella mujer vagaban por unas cuantas escuelas; aun en período vacacional, le sobraban preocupaciones sobre cómo preparar a la región de Sancti Spíritus para el inicio de otro curso escolar. Ni siquiera imaginó que dos años más tarde estaría envuelta en una experiencia que significaba un paso trascendental en el tránsito de la institucionalización del país en la búsqueda de las formas definitivas que asumió el Estado cubano. Se sabía educadora por vocación y si le hubieran preguntado en ese instante, nada la habría hecho renunciar a los dolores de cabeza que le ocasionaron sus cargos como directora de ese organismo en Guasimal, Taguasco, Sancti Spíritus y Cabaiguán, hasta que el 7 de noviembre de 1976, sin esperarlo, se vio como secretaria de la Asamblea Constitutiva del Órgano de Gobierno en la naciente provincia de Sancti Spíritus. Tres décadas encierran un mundo de posibilidades y búsquedas, y a la vez un universo de inconformidades que tienen su precedente en un comienzo marcado por lo incierto e inexplorado. No eran tiempos de protagonismo feminista, y sería ella, junto a otras pocas, la encargada de hacer olvidar costumbres patriarcales. Con esa sencillez que la hace merecedora del cariño de todos, Alicia Crespo Díaz, la única delegada fundadora a la Asamblea Provincial del Poder Popular en activo en el país, admite tener, sobre todas las cosas, el privilegio de participar a lo largo de 30 años en la génesis de una provincia todavía en ciernes. “El Gobierno cambió mi vida, en los primeros momentos me sentí extraña, parecía que iba a convertirme en una secretaria detrás de un buró lleno de papeles, en los primeros días fue realmente así. Todo cambió dos meses más tarde, después de una reunión con Blas Roca Calderío, primer presidente del Parlamento cubano, quien nos explicó en detalles que de esa dirección dependía la vida orgánica de los delegados, el control en los municipios, las relaciones con los diputados y la necesidad de un trabajo organizado para poner en marcha un sistema que lo abarcaba todo y tenía que ver muy directamente con la economía de la provincia”. Ese inicial Comité Ejecutivo emergió de un salón de parto con una criatura por desarrollar. ¿Había de antemano una estrategia en aras del desarrollo de una provincia sin una infraestructura adecuada para esos fines? “En realidad todo fue sobre la marcha y a un ritmo de trabajo tremendo. Había días que salíamos a las 4 de la mañana y regresábamos tarde en la noche tras recorrer los ocho municipios. En un principio se empezó a trabajar con arquitectos en proyectos que se discutían centralmente bajo la orientación del Partido. Se comenzó por uno de los problemas sociales más graves, la vivienda. Al final, de un lado de la Carretera Central, todo fue nuevo a partir de que comenzó al mismo tiempo la construcción de instalaciones de uso social, supermercados, escuelas, policlínicas y hospitales en toda la geografía espirituana”. ¿En determinadas circunstancias percibió que a Sancti Spíritus le quedaba grande el título de provincia? “Insistimos mucho en crear una cabecera municipal para que pudiera parecerlo porque es una ciudad colonial de más de 400 años, pero le faltaba más del 50 por ciento de la infraestructura. En esa época nacieron la mayoría de las instituciones culturales que tanto se necesitaban, mucho antes de la creación de los famosos 10 módulos (bibliotecas, casas de Cultura, y otras), mientras que para el deporte se pensó en centros provinciales que a la vez pudieran tener un uso nacional y sirvieran para todo tipo de eventos. Fueron tiempos de concebir, además, las condiciones de almacenaje de entidades que surgían, de todo el comercio y otras esferas y para ello hubo que enfrascarse en grandes construcciones, así como en el desarrollo de la infraestructura vial”. En cerca de tres lustros hubo de alternar respectivamente como Secretaria, miembro del Comité Ejecutivo al frente de Educación Cultura y Deporte y más adelante Vicepresidenta del Poder Popular. ¿No son muchas responsabilidades para alguien que comenzó a formarse en esas lides con el propio órgano? “Fue como tener la mayor parte de la carga y la dinámica del trabajo sobre los hombros, te ves obligada a dedicar horas extras de un tiempo de trabajo que casi nunca termina a tareas de todo tipo y a veces a tomar decisiones extremas. Recuerdo aquellas intensas lluvias en 1988 que se llevaron las vías de acceso a Trinidad, estuvo lloviendo una semana completa, se decretó un estado de emergencia y me encontraba al frente del Gobierno en ese momento; fueron siete días casi sin dormir con grandes inundaciones en varios lugares. Para mí fue muy presionante y junto al Primer Secretario del Partido había que tomar decisiones rápidas y a la vez delicadas, pues se trataba de la vida de las personas”. ¿Pensó en un estancamiento en esta forma de Gobierno que debía cambiar todo el desarrollo de un territorio?”La propia concepción del sistema de los Órganos del Poder Popular bajo la dirección del Partido ha impedido esos estancamientos porque es el poder del pueblo y es este el que responde. Cuando en 1986 fuimos sede del acto central por el 26 de Julio, antes de la fecha la provincia tenía el compromiso de instituir la doble sesión en primaria, ello conllevaba un esfuerzo adicional en la edificación de aulas, la formación del personal docente en algunos lugares y que se interiorizara la necesidad de ese sistema, y eso se logró. Son los momentos en que surge un “segundo” Sancti Spíritus, fue toda una proeza, claro, el país respondió con recursos y te puedo decir que el municipio cabecera fue de los que más crecieron en Cuba”. No todos los momentos fueron iguales. El período especial requirió de mucho sacrificio del pueblo y de más dominio y competencia de los cuadros y representantes del Poder Popular… “Ocupaba la Vicepresidencia de la Asamblea cuando se derrumbó el campo socialista y comenzamos a sufrir lo que llamamos período especial. Las posibilidades del Poder Popular de ayudar a resolver problemas se vieron afectadas, fueron muy difíciles, de mucha depresión en las empresas y de un poco de confusión en la gente que se sintió el impacto, pero la concepción de democracia, el ejercicio del gobierno, nunca ha tenido estancamiento, sino todo lo contrario, ha tenido sucesivos períodos de perfeccionamiento hasta hoy”. Son 30 años del Poder Popular, experiencia que ha demostrado una vez más que la participación de las masas en el gobierno de la comunidad permite mejorar la gestión y que el delegado es el eslabón principal de ese sistema democrático. Alicia, tal vez por asimilación patronímica, cree a pie firme en las maravillas que pueden protagonizar los hombres en un mundo real, respaldado en la confianza que reportan los resultados palpables de una Batalla de Ideas. “Hace 30 años tenía mis expectativas con algo que era el comienzo. Ahora creo que el período especial nos frenó un poco porque Sancti Spíritus iba a un tremendo ritmo como provincia, pienso también que todo depende del hombre y este es un territorio con gente que lucha, muy revolucionaria y activa, que cumple y logra. Del Poder Popular guardo un gran recuerdo, fue una gran escuela que me vinculó con todas las esferas, algo de un valor extraordinario y ser delegado de base es digno de admirar, pero es muy importante apoyar el esfuerzo con esas concepciones aprendidas de tiempos de contingencias como la década de los 90 y lo que sucede hoy con los Programas de la Revolución constituye la brecha perfecta para ese desarrollo”.
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